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Los Lakers sucumbieron 98-88 en Boston, en una gran noche de Kevin Garnett y Paul Pierce, para que los Celtics se adelanten 1-0 en la gran final de la NBA.
El equipo californiano fue víctima del infernal ambiente del TD Banknorth Garden, de la mala noche de un Kobe Bryant que también tiene derecho a ser humano y, sobre todo, a la comunión casi mística que se produjo entre los 18.624 espectadores que abarrotaron las gradas y Paul Pierce.
No se le pueden pedir imposibles a Kobe
En el cuarto cuarto los Lakers lo confiaron todo a la inspiración de Kobe Bryant, pero parece que por una noche la inspiración abandonó al mejor jugador del mundo. La gran estrella de los californianos se mostró fallona y muy egoísta, y no pudo liderar la remontada de su equipo (sus compañeros no estuvieron mejor que él).rce.
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